Los trastornos gastrointestinales funcionales afectan a 1 de cada 2 menores de 6 meses

La Semana de los Trastornos Gastrointestinales Funcionales, que en los lactantes tienen en común signos y síntomas como la irritabilidad, frecuentemente acompañada por llanto, en ocasiones inconsolable, se conmemora del 22 al 28 de abril y la búsqueda de respuestas acerca de si los origina el hambre, algún dolor, gases o alguna enfermedad es el principal motivo de consulta pediátrica.

A esa preocupación hay que sumarle que, para aquellos casos en que el pediatra o gastroenterólogo indica el tratamiento nutricional con fórmulas infantiles medicamentosas específicas, las obras sociales y prepagas incumplen injustamente la legislación negando, demorando o retaceando su entrega, ignorando el derecho a la salud de miles de niños menores de un año.

En Argentina, existe una ley de leches medicamentosas, la n° 27.305, que específicamente establece que obras sociales, prepagas o el estado deben garantizar la cobertura gratuita al 100% de las fórmulas infantiles que están indicadas para el tratamiento de estos trastornos gastrointestinales funcionales.

“Ningún niño o niña que necesite este tipo de fórmulas debería quedarse sin recibirlas por problemas de acceso habiendo una ley sancionada y vigente. Estas deben ser administradas durante todo el tiempo que el lactante las necesite y que el profesional de la salud así lo indique. Lamentablemente, es habitual que entreguen menos producto que el requerido para cubrir cada mes, que rechacen solicitudes exigiendo documentación innecesaria que solo busca dilatar o, directamente, que no den respuestas a reiterados reclamos”, sostuvo Sandra del Hoyo, Presidenta Honoraria y Fundadora de RedInmunos.

“De todos modos, además de la indicación de este tipo de fórmulas, hay otras claves para manejar estos trastornos, cómo asesorar a los padres o cuidadores para que tomen medidas que reduzcan los síntomas y eviten factores predisponentes. Siempre que sea posible, se recomienda priorizar la lactancia materna, que -entre muchos otros beneficios- contribuye a la maduración del sistema digestivo y al desarrollo de una microbiota intestinal saludable”, especificó la Dra. Ingrid Gerold, médica pediatra del Grupo Médico Lomas de San Isidro.

Llanto, dolor y trastornos gastrointestinales
“El llanto es la manera que tienen los bebés de expresar hambre, deseo de contacto humano, malestares o dolor, y está demostrado que pueden experimentar estímulos dolorosos con más intensidad. Entonces, no poder calmar su llanto puede generar estrés, frustración, impotencia y culpa en los padres”, explicó la Dra. Silvina Balbarrey, médica pediatra gastroenteróloga.

En estos casos, lo que los lactantes presentan la mayoría de veces son trastornos gastrointestinales funcionales como los siguientes:

Cólicos: Son cuadros transitorios y de resolución espontánea que se expresan como llanto inconsolable; tienden a ocurrir por la tarde-noche y empezar y terminar sin causa aparente. Suelen comenzar en el primer a cuarto mes de vida y, en general, resuelven a los 4 ó 5 meses

Regurgitación: Consiste en el movimiento involuntario retrógrado de contenido gástrico, que llega al esófago, boca y/o a la nariz. Su mayor incidencia es entre los 2 y 4 meses de vida, y desaparece antes del año. La predisponen la ingesta excesiva de aire en el tracto digestivo y la capacidad gástrica limitada, pero sobre todo inciden la mala técnica alimentaria y la sobrealimentación.

La Dra. Balbarrey indicó: «La lactancia es la mejor medida contra la regurgitación, pero debe adoptarse una técnica adecuada, corrigiendo frecuencia y volumen de las tomas. Si los síntomas persisten, hay que considerar la existencia de otros signos y síntomas vinculados con la alergia a la proteína de la leche de vaca y, en ese caso, indicar dieta de exclusión de la madre si da el pecho. A las 4-6 semanas, realizar el test de provocación reintroduciendo el antígeno, para confirmar o descartar ese diagnóstico. Para niños alimentados con fórmula y síntomas persistentes, debe considerarse cambiar hacia una fórmula extensamente hidrolizada, primero, y, si no mejora, hacia una fórmula (medicamentosa) antirreflujo”.

Constipación funcional: Es el resultado de intentos repetitivos de retención voluntaria por parte del niño, generalmente por miedo a experimentar una sensación displacentera al evacuar (los pediatras suelen decir que “está retentivo”). Debe procurarse calmar el dolor para superar el temor y así reestablecer un patrón regular de evacuación.

En la disquecia (falsa constipación), en ausencia de problemas de salud el bebé no puede evacuar tras al menos 10 minutos de intento. Suele acompañarse de llanto intenso y enrojecimiento del rostro, pero al lograrlo, las deposiciones son blandas y hasta líquidas. Hay que explicarle al núcleo de crianza que sucede por inmadurez y falta de coordinación entre la presión abdominal y la relajación del piso pélvico, pero que cede espontáneamente.

Los trastornos gastrointestinales funcionales no están originados por anormalidades estructurales o bioquímicas, ni alteran el desarrollo y pocos cuadros se deben a enfermedades de base.

Sobre este punto, la Dra. Gerold remarcó que “la evaluación del pediatra es fundamental, ya que el diagnóstico de estos malestares es clínico, de hecho son situaciones fisiológicas determinados por la edad y en aquellos casos en que el pediatra lo considere necesario, derivará el paciente a un gastroenterólogo pediatra y lo seguirán en forma coordinada y multidisciplinaria”.

Las cifras varían según diferentes estudios, pero se considera que la regurgitación afecta a cerca del 30% de los lactantes; los cólicos, al 20%, y la constipación, al 15%. Por lo tanto, durante los primeros 6 meses de vida, cerca de la mitad desarrolla algún trastorno de este tipo.

Respecto del origen de estos trastornos gastrointestinales funcionales, existen factores genéticos, culturales, ambientales y psicosociales que intervienen en la alteración de la motilidad gastrointestinal, en la composición de la microbiota intestinal y, por lo tanto, en el eje intestino-cerebro, que consiste en la comunicación bidireccional entre el tracto digestivo y el sistema nervioso central, donde la microbiota intestinal cumple un papel crucial.

“Entendemos todo lo que puede representar para una familia ver sufrir a su bebé y sentir que no pueden hacer nada al respecto. Por eso, queremos llevar tranquilidad a los padres y cuidadores, explicándoles el origen funcional y transitorio de estos trastornos, para reducir el grado de angustia que generan, porque existen maneras de atenuar sus manifestaciones, una de las cuales es estimular la lactancia siempre y, de no ser posible o si se requiere complemento, recurrir a las leches medicamentosas que mejoran los síntomas del lactante y la calidad de vida de toda la familia. Es importante que todos los que las requieran puedan acceder a ellas porque existe una ley que los ampara”, concluyeron las especialistas.

 

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