MACRIMILEISMO: DE LEON A GATITO MIMOSO

(Por Diego Ramos, Politólogo) Apenas se obtuvo el resultado de las generales, el massazo se hizo sentir por el resultado positivo de Sergio Massa, sin embargo no sería el único golpe que sonaría con fuerza. Cuando todos pensaban que las hornallas de la cocina estaban ya apagadas por el tercer puesto de Juntos por el Cambio, en otro rincón se estaba terminando de cocinar el macrimileismo, una nueva alianza salida de la galera que ni el mago sin diente pudo advertir.

Al finalizar las elecciones generales, los discursos del domingo por la noche, tanto Javier Milei, como Patricia Bullrich, se orientaron a reflotar con fuerza escalofriante un enemigo común, lo suficientemente impactante para intentar convencer a sus respectivos electorados que el ciclo del Armagedón, esa batalla final entre el bien y el mal  había comenzado para poner fin al Kirchnerismo, pero la música tétrica que acompañaba ese escenario apocalíptico fue remplazado por un sonido de animación cuando la referente del enemigo a destruir aparecía en una visita guiada en la confitería del Molino, como si todo le transcurriera en un mundo despolitizado. El Kirchnerismo dejó de ser el enemigo.

Vamos por parte, diría Jack el destripador. Ese discurso dominguero de Javier Milei dio un giro de 180 grados al abandonar lo que hasta ese día hacía que Milei sea Milei, es decir su esencia y su naturaleza política de campaña impregnada por el discurso de exterminar a toda la casta política quedaba en desuso, claro, el gato con botas lo había terminado de seducir al gatito mimoso a ir por el ganso de los huevos de oro: un huevo de oro representaría el sillón de Rivadavia para el Milei, mientras que los otros huevos de oro representarían el “segundo tiempo” de Mauricio Macri para coronarse como el único gran opositor. En el imaginario de Mauricio, si gana Milei habrá sido por él, mentor de la estrategia, y si pierde, la responsabilidad quedaría en el dinamitado Juntos por el Cambio que jugó a la neutralidad, por lo que no podrían ser nunca la oposición central, mientras que Mauricio sí. ¿Podrá realmente completar esa estrategia Mauricio Macri? ¿Las demás fuerzas de Juntos por el Cambio (en especial la UCR) tendrán la valentía de impedírselo?  

Mauricio sabe que en toda aventura hay costos. Empujar a Milei a no bajarse del balotaje, intentar inclinar y juntar a su electorado hacia la extrema derecha deja librado el centro del escenario político, lo que uno podría entender que favorecería a Sergio Massa.

Lo cierto es que el candidato de Unión por la Patria cosechó menos votos que Alberto Fernández, pero también es cierto que cuando Macri ganó las elecciones presidenciales el peronismo (Scioli y Massa) iba dividido, realidad similar a la que vive hoy Juntos por Cambio, incluido a Mauricio Macri que habla de división pero no de ruptura. 

¿Vamos camino a un escenario socio político de tercios? Anti peronismo vs  peronismo, al menos las intenciones están presentes, tal vez con mayor fuerza de un lado que del otro, lo cierto es que la otra pata clave estaría en el electorado expresado en alto porcentaje de votos en blanco y del fuerte ausentismo.

La fuerza política que transite con mayor cautela, prolijidad y logre perforar a través de las ideas y de un programa de política de Estado de mayor previsibilidad que termine de convencer, tendrá las mejores oportunidades de acaparar ese electorado.

En medio de tanto ruido nos queda un debate más y, la sociedad argentina, con su gran nivel de audiencia con respecto a los últimos dos debates presidenciales, ha dejado en claro que se sienta a escuchar un debate con Mayúscula.

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